LOS MULTIPLES PAULO FREIRES •
•por Rosa María Torres
Conversando en el aeropuerto de Bombay, India, un joven pakistaní me revela que su decisión de hacerse maestro arrancó de haber leído un libro de Paulo Freire.
◊ Un relato de un programa de alfabetización realizado en una cárcel en Santa Lucia, en el Caribe inglés, afirma: “Descubrimos que el método Freire se nutre de la dificultad, porque las dificultades formaron una parte integral del proceso mismo. Antes que inconvenientes insuperables, las dificultades eran problemas a resolver en una situación de diálogo y a convertirse, así, en materia del proceso de aprendizaje”.
◊ En un libro sobre descentralización educativa en Argentina se afirma que los Consejos de Escuelas, creados en 1988, se fundamentan en principios inspirados por Paulo Freire, en tanto la cogestión de padres, alumnos y maestros significa "devolverle al pueblo ámbitos de injerencia y decisión de los cuales fue desplazado en el momento de la constitución de los sistemas formales de educación a manos de los estados nacionales".
◊ Un hombre en un tren de Williamsburg a Nueva York lee la Pedagogía del Oprimido. La controladora, al pasar, le pregunta si es cierto que el autor de ese libro es comunista. El hombre le explica que no, que esa es la fama que le han dado algunos para desprestigiarlo, que Freire lo que hace es defender la justicia y el ser humano.
◊ Una maestra de primer grado en una escuela del Ecuador me cuenta que ella aplica con sus alumnos el método Paulo Freire, el cual, explica, consiste en “que los niños digan su opinión y escriban con sus propias palabras”.◊ En un panel sobre alfabetización de adultos en África se discute si el “método Paulo Freire” es o no adecuado para Botswana. Un ponente afirma que sí pues “ayuda a concientizar en tanto incentiva el diálogo”. El otro panelista discrepa, argumentando que “Freire propone cambiar toda la sociedad y la gente en las comunidades rurales tiene un ámbito limitado de pensamiento y acción”.
◊ En un seminario internacional sobre educación, una mujer europea dice que su hija de 8 años ha aprendido a dudar de lo que dicen los libros y de lo que le enseñan en la escuela. Afirma que, sin saberlo, su hija es una discípula de Paulo Freire.
◊ En una visita a un centro de alfabetización en un barrio marginal de El Cairo, una de las alfabetizadoras me pide si puedo enviarle un libro de Paulo Freire, de quien ha escuchado.◊ En una reunión sobre la Convención de los Derechos del Niño, un catedrático norteamericano explica que una colega suya está desarrollando un programa para atender adolescentes con problemas en una escuela pública en Estados Unidos, inspirada en “el método de Paulo Freire”.
◊ El director de una escuela rural en Nepal me cuenta que leyó hace mucho un libro de Paulo Freire (no recuerda su título) y que allí aprendió que “los analfabetos no son ignorantes y que merecen respeto”.
◊ En África del Sur, en 1993, en un congreso nacional sobre educación de adultos, mucha gente se sorprendió al descubrir que Paulo Freire estaba vivo y continuaba escribiendo. El régimen del apartheid, que prohibió su lectura durante muchos años, había logrado así su verdadero cometido: erradicar no sólo sus libros sino a Freire mismo.
Un programa de capacitación de maestros, en Madhya Pradesh, India, dice haber encontrado en los escritos de Paulo Freire y en su filosofía acerca de los oprimidos inspiración para delinear los principios de participación y dignidad docente en que se fundamenta el programa.
Una pareja de médicos japoneses que me ayudan a elegir el menú en un restaurante en Tokyo dicen haber leído y disfrutado dos libros de autores latinoamericanos: la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire y Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez.
A lo largo y ancho del planeta, en los lugares y culturas más diversos, cada quien fue encontrando en Freire esencialmente lo que necesitaba y lo que quería encontrar.
Y aquí radica quizás precisamente parte de la explicación acerca de la multiplicidad de lecturas de su obra. Nadie sabrá ni podrá ponerse de acuerdo sobre qué dijo y qué no dijo Freire. Freire mismo no habría podido asumir -e incluso quién sabe si intuir- la infinidad de Freires a medida que la gente fue inventando por ahí.
Desde esta perspectiva, poco importa si unos entendieron mejor a Freire que otros, si hubo quienes comprendieron realmente su pensamiento o no. Quizás la contribución mayor de Paulo Freire está en haber logrado comunicarse y conectarse con las fibras más amorosas y genuinas de mucha gente -Babel de edades, razas, credos, posiciones económicas, sociales e ideológicas, niveles educativos, profesiones y oficios-, ayudarles a saber que existe algo llamado educación y\n algo llamado pobreza/marginación/opresión, que existe una relación entre ambas, que dicha relación puede ser tanto de complicidad como de ruptura, útil tanto para oprimir como para liberar.
Paulo, el gran comunicador, el gran inspirador, ha logrado que millones de personas en el mundo descubran y saquen de sí lo mejor de sí mismas: su lado humano, tierno, generoso, su capacidad para conmoverse, la convicción y la energía necesarias para convertirse en voluntario, en inventor, en héroe, en revolucionario.
En un mundo en el que se agigantan tanto la riqueza como la pobreza, en el que el individualismo arrasa con el sentido común y la más básica solidaridad, en el que se proclama ya no sólo el fin de las ideologías sino incluso el fin del trabajo, Freire siguió hablando hasta último momento de esperanza, de liberación y de utopía, vocablos que muchos han archivado ya como pasados de moda y en desuso.
Es esto, en definitiva, lo que cruza su vida y confiere grandeza a\n su obra: su mensaje de esperanza, de lucha, de perseverancia, de no resignación, de no claudicación. En vida y en muerte Freire nos ha dejado un legado que es mucho mayor, más vigente y más duradero que cualquier teoría educativa y que cualquier método de alfabetización.
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